Retrato del Alma humana

 


Todo empieza bien…, siempre empieza bien: nos tratamos como iguales, entendemos nuestras necesidades, comprobamos con alegría que nuestros intereses se complementan, celebramos habernos conocido y entendemos que la vida es eso, una intercambio continuo de experiencias que nos completan y nos permiten ascender a un plano superior de la existencia, alejándonos de nuestro pequeño mundo miserable para acercarnos cada vez más a la única realidad indiscutible.

Y comienza así la relación. (Aplíquese a cualquier tipo).

Después, alguna de las partes…, o las dos, pero siempre una más que la otra, se quita la máscara y decide por cuenta propia que su pequeño mundo miserable vale más que la única realidad indiscutible. Es ahí cuando todo se va a tomar por el culo y dejamos de tratarnos como iguales y dejamos de pertenecer a ese plano superior que tanto celebrábamos para encerrarnos (o encerrar al otro) y sujetarnos con reglas, jerarquías, contratos, apelaciones a la moral, a la lógica… y con miedo, sobre todo, mucho miedo, miedo a que será de nuestro pequeño mundo miserable.




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