SOBRE ATMA-SHAKTI, LA ENERGÍA CÓSMICA Y EL MARKETING ESPIRITUAL

 



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Dicen de Atma-Shakti que es la energía cósmica primordial que gobierna lo espiritual y asocian su poder con la energía femenina y la fuerza creadora. No seré yo quien lo niegue, pero sí me veo obligado a poner mi granito de arena en forma de cubo de agua fría, para bajar de calores al respetable y amargar el sabor de tan cálida y maternal manifestación de la energía, que, por cierto, no es diferente del resto de energías, como pueda ser la de Shiva, por ejemplo, también cósmica y primordial, pero masculina y de la conciencia en este caso.

Tal y como nos lo cuentan parece indicar que las energías muestran personalidad propia y un carácter particular que las hace ser buenas y malas o masculinas y femeninas o blancas y negras, diferencia inexistente en realidad, pero sí apropiada para que esta energía cósmica y primordial, o sea, única y omnipresente, pueda ser aceptada por unos seres profundamente polarizados, avariciosos y egocéntricos que solo son capaces de identificarse con el aspecto que más le convenga al desequilibrio que les está dominando.

Al identificarla como energía femenina se corre el riesgo de asociar dicha energía exclusivamente con el sexo femenino, lo cual no es cierto en absoluto, y el hecho de que en el ser humano la capacidad reproductora sea exclusiva de las mujeres facilita enormemente caer en el error e interpretar esta característica biológica como un mérito propio y diferenciador que hace que la energía deje de ser el todo primordial para convertirse en la cualidad propia de la superioridad femenina dando lugar a tremendos equívocos, además de a fortalecer la ya patética costumbre de ensalzar algo a costa de degradar a su contrario.  

 

“—¿Cuántas hojas tiene un olmo? Preguntó retóricamente el maestro—. Cientos, miles… Cientos de miles… Y todas son diferentes. No hay dos hojas iguales. —Y tras una pausa dramática, gritó, como para que nos enterásemos de una maldita vez—.  ¡Pero son todas lo mismo! “

 

Esta es la única igualdad posible, saber que todos somos diferentes, pero lo mismo. Y si ampliamos el estrecho margen de nuestro pensamiento y abarcamos la naturaleza al completo veremos que el sexo femenino ya no tiene la exclusividad del asunto reproductivo y que ni siquiera tener un sexo es necesario para reproducirse como sucede en miles,  millón arriba, millón abajo, de casos de seres asexuados que también son capaces del milagro de la vida y que no van por ahí dándose importancia ni presumiendo ni considerándose el centro del universo o la especie elegida.

Podría decirse para evitar este malentendido la energía oscura o la energía interna, pero estos adjetivos muestran connotaciones que se alejan del estereotipo místico que se asocia con el consumidor espiritual occidental. Y aunque el hinduismo lo deja bien claro desde un principio su variopinta iconografía da lugar a malas interpretaciones. El chino, sin embargo, es un punto de vista mucho más práctico y no deja lugar a dudas ya que al aspecto frío, oscuro, débil, pasivo, absorbente, suave; al norte, al color negro, al agua, la vejez, los valles, lo blando o lo femenino lo llama yin en lugar de asociarlo a una deidad antropomórfica y al contrario yang, o sea, lo caliente, claro, fuerte, activo, impenetrable, duro, etc. Y considera, con el único fin de establecer unas rutinas de trabajo para fortalecer el qi de los practicantes de qigong, que el hombre es yang por fuera y yin por dentro mientras que la mujer es yang por dentro y yin por fuera dejando que cada cual sea luego lo que tenga que ser sin especular con la identidad sexual y sus malditos valores divinos. Simplemente dándole al cuerpo la importancia que tiene como vehículo que nos ha tocado para recorrer el camino de la vida y que como tal, debe estar fuerte y sano, y no para utilizarlo como templo de adoración, objeto de deseo, monigote de prácticas para la cirugía plástica o cobaya de laboratorio en la que ensayar comprimidos feminizantes capaces, dicen, no solo de ponerte firmes los pechos sino de desintegrarte el nabo y poder, por fin, sentir la poderosa energía cósmica de Atma-Shakti.

 

Namasté.



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